No es que hoy me haya vuelto loco, ni que ruedascuadradas se haya convertido en balóncuadrado sino que después de la visita a Madrid, suceden cosas, pensamientos, realidades. El expatriado se sitúa fuera de juego, con otra perspectiva y eso sucede cuando se rodea de las cosas que uno considera como suyas pero ya no le pertenecen, cuando un va al fútbol y no conoce al de al lado. Hoy quiero escribir sobre el estadio de fútbol, el estadio que no reconozco entre aficionados mirando la pantalla del móvil mientras un jugador saca un corner, entre los sujetan el móvil en cada falta, entre turistas, delante de pantallas de cristal donde se hacinan los comedores de jamón y bebedores de copas, gratis. Cuando voy al campo y no me siento representado en ningún jugador. Como dice un amigo, ¨que aburrido sería el fútbol si todos fueramos del Betis¨, y no vengo aquí a quejarme sino a decir que me gustaba más cuando el fútbol era para feos.
Recuerdo el olor a tortilla o la bota de vino, La Pepa la llamaban los viejetes, ¨pásame la pepa¨ se oía en el autobús cuando el fútbol era a las cinco, cuando los abuelos iban con los nietos, con el transistor. Cuando había jugadores con bigote. Cuando el fútbol era para feos.
Yo conocí el fútbol jugando en tierra, con las rodillas destrozadas, con la tierra seca, cuando había barro y a balonazos de un Mikasa. Un balón de dos kilos que dejaba eco en cada bote y ronchón al balonazo.
Jugaba en lugares inhóspitos, recuerdo el campo del Relámpago, el equipo local de Pan Bendito, el de Cañorroto, Los Carmenes o San Fermín cuando para ducharnos teníamos que dar patadas a las jeringuillas manchadas de sangre y heroína. Cuando conocí el fútbol.
Mediados de los ochenta, cuando el cobrador del recibo del fútbol venía a casa y nos daban los cupones que nos cortaba el portero del club, el gorrilla, recuerdo las almohadillas de kilo cuando caían al campo de las zonas de tribuna en tiempos de Mendoza, donde yo saltaba cuando llovía. Recuerdo la zona de infantiles en el corner del fondo norte, recuerdo la ventana que había en el baño o el agujero en la valla para llegar a la zona de ¨socio de pie¨ donde estaban los vándalos, donde olía a calimocho y a hachís. Recuerdo el humo de bengala. La liga de Tenerife, del 91, cuando nadie tenía internet en el móvil, recuerdo aquella tarde cuando salimos de Moncloa en el descanso camino de Cibeles con el equipo campeón con 0-2 y el golazo de Hagi, recuerdo cuando llegamos a Cibeles, 3-2, y recuerdo aquel coche con matricula de Barcelona que encontramos.
Las visitas al Calderon, los paseos desde Plaza Mayor, el gol de Lasa, a Cedrún, a Abadia el día que cumplí 18 años marcar dos goles en el Bernabéu y lograr un empate a dos para el Logroñes. El 0-4 del Osasuna, el Milan de Baressi, el gol de Futre en la final de copa, las avalanchas en el Fondo Sur, el CSKA ,... o el viaje a Amsterdam en el 98, la segunda vez en mi vida que montaba en avión.
Y mi camiseta, la del 8, la que viste mi padre los miércoles. Porque si es normal que el padre vaya a jugar al hijo no es tan normal que el hijo vaya a ver jugar al padre, si el hijo tiene 40 años. Como me ocurrió a mi.
En el estadio recuerdo cuando el fútbol era para feos y lo echó de menos. No me gustan los palcos.
El fútbol es cultura, a cada uno lo suyo y la globalización para otros. En Pekín y en Shanghai voy a ver partidos, soy del Guoan, el equipo de la capital por inercia no por sentimiento, no por cultura. Lo veo y ya esta.
Cuando éramos socios de pie, todos teníamos nuestro sitio, todos insultaban, rara vez había puñetazos y tampoco pasaba nada. Porque no pasaba nada.
El fútbol es intemperie, sol, calor, barro, tierra, raspones y costras. Mi madre nunca me pregunto por las rodillas desolladas ni nunca me preguntó por el resultado.
Ahora soy árbitro en una liga de aficionados donde todos llevan la camiseta igual, el pavimento es verde y uniforme no va a ser que se quejen si hay algún punto del césped artificial levantado. Y no me gusta ver en el campo imitar los movimientos artificiales. Me gustan los caños, el mejor y mas bonito de los recursos posibles.
Debe ser el tiempo, debe ser que que te haces viejo cuando tu jugador de fútbol favorito es mas joven que tú.
Que si al acceso al campo hubiera control psicotécnico el estadio estaría vacío es verdad, si exigieran un nivel mínimo de raciocinio habría calvas en las gradas también es verdad, que es el deporte mas fácil con menos reglas también es verdad, que es para pastores también, sino como se explica que el entrenador silbe desde la banda como si al ganado fuera o sea el único deporte donde la Cruz Roja retira a los heridos en camilla como si de una guerra se tratara.
Recuerdo entrar y buscar la revista para hacerla añicos a la salida del equipo. Quién quiere leer una revista de fútbol, qué dice, que el balón es redondo.