Recuperar. Esta palabra a día tres de septiembre provoca en mi, en un mal estudiante, escalofríos y recuerdos.
Tantos años examinado en septiembre que aún estos días, veinte años después, me suponen estrés.
Hoy os hablo de recuperar. Bicicletas.
En alguna otra ocasión he encontrado en los garajes de los grandes edificios de Pekín y Shanghai bicicletas abandonadas, sin más problema que estar llenas de polvo y con las ruedas desinfladas.
Muy habitual, en los edificios de extranjeros, son bicicletas que han pertenecido a expatriados que habitaban Shanghai pero que en la mudanza no pensaron en la bicicleta o simplemente no tenía cabida en el contenedor.
Se amontonan en los rincones de los garajes, sin dueño, sin vida.
Hoy Bertrand y yo hemos recuperado 11 bicicletas para WILL Foundation.
No es posible sacarlas sin más del garaje, eso sería robar. Hay que pedir permiso, rellenar lo que se llama qumentiao, un recibo, un justificante para que la persona de seguridad deje poder sacar cosas de un edificio.
Estabamos en ello cuando la señora de la limpieza se ha acercado, nos ha preguntado y se ha alejado con una sonrisa de oreja a oreja, empujando una bicicleta azul de paseo.
Ella nunca hubiera tenido la posibilidad de solicitar ni mucho menos conseguir una prima de trabajo de ese calibre. Es inviable que los trabajadores de mantenimiento y limpieza tengan acceso a todo tipo de objetos en desuso que habitan en los garajes de los edificios.
La primera opción era elegir cuales llevar y cuales no para los niños de WILL. Las cuatro que no, las hemos llevado a la tienda de Danny en Julu Lu. Están a la venta por 100 rmb. Los beneficios para la fundación.
Todos con bicicletas nuevas, encantados, hemos salido de la casa WILL hacia el noroeste de la isla para rodar paralelo al río Yangzte. Después de 20 kilómetros, parada para tomar agua y un helado de judías verdes.
Un gran día. Otro más con WILL