1886 kms / 19 días / 620 rmb (88 euros)
Desde Harbin hacia el noroeste, cruzando la provincia de Jilin hacia la frontera de China con Mongolia, remontar la provincia hasta el lago Hulun, el quinto mayor lago chino.
La parte norte de Inner Mongolia desde la ciudad de Manzhouli y de vuelta Heilongjiang.
Después recorrer el norte junto a Rusia para seguir el curso del río Amun de nuevo hasta Harbin.
Un paseo por las provincias del norte.
Un viaje en colaboración con: Artscando, una asociación que colabora en la mejora de las infraestructuras y condiciones sociales de niños procedentes de las regiones más desfavorecidas de China a través de diferentes acciones relacionadas con el mundo del arte.
mooving, un espacio dedicado a la promoción y uso de la bicicleta como medio de transporte urbano
Bicycle beer, marca de cerveza australiana que sustenta todo el proyecto con su aportación económica.
Un nuevo proyecto en bicicleta, rodando en ayuda de otras personas, porque ya que hay pedaladas que éstas sirvan para mejorar el planeta. Un proyecto conjunto de empresas pequeñas, amigos y conocidos.
14 de julio 2017. He llegado a casa, he encendido el ordenador y antes de mirar la bandeja de entrada del correo electrónico y las webs de ciclismo para ponerme al día en la disputa del tour de Francia, he abierto la página de los mapas para situarme en lo que será mi próxima ruta por China.
También me he interesado por mirar mapas de vientos. Ese ha sido el enemigo en esta mi ruta. Me he cruzado con algunos cicloturistas chinos, no muchos. Tampoco paran ni muchos saludan, pero lo que me hacía pensar era que todos iban en sentido contrario. Un día sentado en un puesto kilométrico vi pasar a uno que saludó pero debía ir como a treinta kilómetros hora. Entonces pensé, joder! la próxima ruta miro los vientos antes de salir.
Ellos no llevan sino una pequeña alforja detrás con lo cual hacen noche en hotel. Se pierden la acampada y sobretodo el contacto con los locales. Algo que yo tengo ganado de antemano al ser extranjero.
Pero antes de presentar la siguiente voy a relatar un poco como ha sido esta que termina hoy con un vuelo de tres horas entre Harbin y Shanghai, donde vivo.
La ruta se inicia en Harbin, la primera ciudad tomada por el Ejército de Liberación comandado por Mao y centro de las operaciones en las primeras fases de la guerra civil china, actual capital de la provincia de Heilongjiang. Hacia el noroeste a Zhaoyuan, evitando la carretera principal G301 que une con Rusia. El tráfico rodado entre China y Rusia utiliza este tramo que evita el paso por Mongolia, ruta de Ullan Battor que realicé en 2014.
Mucho mejor escribir hoy en caliente, sin dejar que el tiempo enfrié las sensaciones. Hoy esta tronando en Shanghai pero veo los truenos a través de la ventana con el aire acondicionado, el ventilador para remover el aire fresco y la nevera a un par de pasos. He terminado de hacer la colada, lo mismo lavado dos veces con el programa largo. El primer lavado con desinfectante y el segundo con desinfectante y jabón.
Desde Harbin hacia el oeste, Daán y ya Baicheng en la provincia de Jilin, hacia la frontera con Mongolia.
Genghis Kan estuvo por estas tierras en 1206, tras la unificación del Imperio Mongol. En 1911 llegó a ser terreno independiente, sufrió la invasión japonesa y en 1945, China tomo posesión de estos territorios. Carretera S203 desde Hinggan en busca del lago Hulun 呼倫湖, el quinto lago más grande China.
Tierras abiertas de grandes pastos donde la industria maderera, la agricultura y la ganadería son sus ingresos principales.
Hace tan solo dos noches veía tronar tumbado en la tienda de campaña, con el faldón abierto, un espectáculo de luz y viento visto desde la fragilidad de vivir dentro de un trozo de plástico y con la seguridad de tenerlo todo controlado. Amenazaba lluvia, lluvia de verano, torrencial, rápida. Se debe colocar la tienda fuera de lugares por donde pueda correr el agua en una ríada, colocarla lejos de posibles caídas de árboles y enfocada al este para que los primeros rayos de sol sequen lo mojado mientras se toma el desayuno.
En el norte ha amanecido sobre las 3 y media de la madrugada. Yo despertaba sobre las cuatro y antes de las cinco estaba sobre la bicicleta. Para parar a mediodía y rodar al atardecer pensé al principio.
Los primeros días las ganas y el viento me hicieron rodar, 130, 120 y 160 kilómetros, también la incertidumbre de no acabar a tiempo. Aunque tiempo es mi aliado. Tengo tiempo.
El primer día fue construir y destruir, hacer y deshacer kilómetros, Harbin se sitúa en la orilla del río Songhua y el aeropuerto 26 kilómetros en la orilla sur del sur. Zona tan pantanosa y llena de agua que no hay puentes, hay que ir a la ciudad, hacer el cambio de sentido y avanzar por la orilla norte hacia el oeste. Los primeros kilómetros fueron en busca de un lugar donde llenar las ruedas con la presión adecuada que no se alcanza con una bomba de mano y comprar las viandas para la ruta. Semillas de sésamo para el desayuno. 35 grados y más de cinco litros de agua al día.
Así hacia el noroeste, hacia Mongolia entre arrozales y cultivos de maíz. Esos dos cultivos me dan miedo cuando los veo desde la cuneta. Y el temor tomó cuerpo la primera y segunda tarde de rodada, los mosquitos abandonan los cultivos de regadío para ensañarse con quien recorra el camino en bicicleta. para quien busque colocar la tienda entre árboles.
De esta manera había dos opciones, rodar a mediodía con un calor sofocante o comer bichos al atardecer. No pican pero se meten en los ojos y en la boca. Son minúsculos. Me recordaban los temibles midges escoceses que de pequeños se cuelan a traves de la mosquitera de la tienda de campaña.
La tienda ha sido un acierto. Esta vez probada con lluvia veraniega, con viento siberiano del norte y se ha comportado con integridad. Un acierto. Totalmente olvidada la Ferrino.
Así hice el tramo oeste de Heilonjiang para llegar a Jilin, una provincia frontera, de la que tan sólo rodé 80 kilómetros para llegar a Inner Mongolia.
Las tres primeras noches me invitaron a cenar. La primera al preguntar en una tienda por un restaurante, acabe cenado con la familia. La segunda pidiendo en un restaurante fui invitado a una mesa de una reunión familiar y la tercera en el restaurante donde paré, donde me ofrecieron la carta.
El clima iba refrescando, aunque no frío por la noche se hacía necesario el saco, más al amanecer, cuando la camiseta de algodón trabajaba durante el desayuno. Luego lycra para rodar y de nuevo algodón tras la ducha para cenar.
En esta ocasión me he llevado el culotte y mi culo lo ha agradecido. En Japón el año pasado con también mucho calor, la sal del sudor irrita y despelleja el culo más calloso. En esta ocasión he vuelto a casa sentado en el avión sin pensar que en la próxima ruta no puedo olvidar el pantalón de bicicleta.
La cena y la ducha en lugares de ríos son un placer. Esas fueron dos preguntas que me hicieron antes de salir de viaje dos personas. El aseo es necesario pero la ducha no, una botella de agua pequeña, jabón y una esponja y otra botella pequeña para el aclarado. El aseo es libre en el campo, viendo paisaje y no azulejos como normalmente hacemos las necesidades fisiológicas en la ciudad. Después se cubre con piedras o arena. Es importante no dejar señal de lo sucedido. Sino hay cadáver no hay asesinato, ya se sabe.
En esta zona visité un refugio japonés de la segunda guerra mundial, esta zona fue conquista japa y enclave fundamental para frenar el avance ruso.
Después la ciudad de Erxan, famosa por el agua mineral que una enorme planta embotelladora envasa y vende. Seguro que con contrato de fin de obra o sequedad del acuífero.
El paisaje iba cambiando y en breve llegue a la zona de pinos, frontera con Mongolia donde se ven nómadas desde la cuenta con sus rebaños de caballos y ovejas. Siempre paro para ver los caballos y paro a ver a las ovejas, estas últimas para asegurarme de que los perros no se molestan en espantar al extraño sobre ruedas.
El relieve ondulado, tremendas rectas entre pinos y cada vez menos lugares donde repostar en tienda, pero donde la hospitalidad al viajero es legendaria. No visito los lugares que recrean las cabañas de nómadas pero en realidad son un hotel para turistas que quieren seguir su vida de ciudad cuando no están en ella. Son lugares tan irreales que incluso asfaltan la entrada para que no haya barro al entrar.
En uno de eso lugares me vendían el agua a 5 rmb cuando en realidad vale uno y en otro me pidieron 2 rmb por sentarme. Sitios feos. No voy ni a perder el tiempo en describirlos.
Los pinos son repoblados para la industria maderera, en este tramo el turismo desaparece y los coches que me adelantaban, 4x4 blancos en su mayoría con ventanillas cerradas y oscuras me esperaban más al norte, en Hulun Lake.
Allí vi una columna de autocaravanas que viajaban desde Chengdu hacia Europa. 26 vehículos juntos que aquella noche iba a un hotel en Manzhouli. Si vais en autocaravana porque vais a un hotel? no hubo respuesta. Al igual que a otro de sus integrantes que me dijo que se había descargado no se cuantas películas para ver en su peregrinaje en coche hacía Rusia, le mire con la misma cara que una vaca me había mirado esa misma mañana cuando pase en bicicleta y la salude.
En el lago me tope con el turismo chino masivo, devora lugares. En este viaje ha habido cosas muy buenas, la hospitalidad asiática muy reseñable, los paisajes boscosos pero también y otras tres cosas que me han impactado son la obesidad infantil, la adicción al móvil y la basura que se almacena en las cunetas.
El número de personas que solo ven la pantalla del móvil y se pierden la vista alrededor es preocupante. La obesidad es entendible en lugares donde la calidad y la variedad de productos frescos es escasa. Maíz y soja. Se sabe que las zonas más pobres es donde hay más obesos porque la comida empaquetada y los productos envasados tienen más calorías. También influye el sedentarismo y en eso parte participa el móvil. La pescadilla que se muerde la cola.
Esta mañana en el avión lo pensaba viendo a una mujer sacar toallitas sin parar cada vez que se comía un bocado del incomible sándwich con el cual la aerolínea nos ha obsequiado. Cuando ha terminado con su bandeja de plástico, sus cubiertos de plástico, sus tres vasos pequeños de plástico (agua zumo café), la he mirado y le he dicho, -tíralo por la ventanilla!. Afortunadamente los aviones no son como los coches y la gente no arroja todo por la ventanilla. Deben pensar que los envases son algodón dulce y se diluyen con la lluvia. Una magnífica herencia a las fotos de sus próximas generaciones.
En el lago, cené en la última piedra que me alejaba de la marabunta, pero no pude más y me acerque a un grupo de jóvenes para decirles que continuaran con la barbacoa y la música pero por favor no tirasen las botellas al agua. Eran las 7 de la tarde, el sol caía, estaba en un recinto donde se paga por entrar y estaba seguro que iba a estar solo por la noche. Así fue. El turismo desaparece cuando cae la noche y los puestos de vendedores de baratijas se van hasta un nuevo día.
Me quede solo, el silencio y las estrellas.
De allí a Manzhouli, a tan solo 8 kilómetros de Rusia. Tal vez por eso en cada parada me decían que era ruso, incluso me pidieron el pasaporte un día para ver que no era de Xinjiang. La provincia del oeste chino (allí va a ser mi próxima ruta, mañana tengo reunión con el sponsor y no le voy a dar respiro).
La última ciudad antes de la frontera con Rusia. Buscando carreteras alternativas y caminos paralelos a la carretera principal, G301.
Desde Hulun Buir remontar la meseta norte de Heilongjiang por la S201 hasta Shangkulixiang. Después se convertió en S301 y S208 desde Xinyuan a Xankaxiang, ciudad fundada en el año 1050 a.C. bajo la Dinastía Zhou.
Rectas largas y praderas infinitas donde acampar. Me encanta Mongolia y sus paisajes. Esta zona frontera entre las provincia de Inner Mongolia y Heilonjiang están muy poco pobladas. Aldeas llenas de ancianos y tiendas donde es imposible comprar vegetales y menos fruta, tan solo agua y galletas rancias. No hay restaurantes por que no hay turismo y la población local no puede permitirse ir a un lugar donde se paga por comer.
Acabadas las praderas de la provincia de Inner Mongolia de nuevo las carreteras entre valles, limitadas por el río o por la vía del tren y por la ladera de la montaña. En una de estas sufrí un ataque de abejas. Nunca lo había visto tan mal ni tan de cerca. De repente en un cruce miles de ellas. Me rodearon, se posaban en mi espalda y revoloteaban en mi cara. Fui presa del pánico, error, me quite la camiseta y dando bandazos intente espantarlas lo que las puso más nerviosas. El resultado fue una picadura en la oreja derecha, una en la frente, una en el cuello y una en el dedo índice de la mano izquierda. Logre colocarme sobre la bicicleta y acelerar sin mirar atrás. Pasado un rato me ardían varias partes del cuerpo y sentía un ligero mareo parecido a una fiebre.
A partir de ese momento cuando las veía empleaba la misma táctica que con el tonto del pueblo, ni caso, se aburren y se marchan.
Aquí hubo un tramo de camino de 180 kilómetros. Pare en la última tienda desde donde se veía el inicio del camino, compre agua y milagrosamente tomates y pepinos.
Me quede mirando al camino, una sensación extraña. La larga recta se perdía entre pinos y al preguntar por personas me dijeron que no había nada hasta el siguiente pueblo, eso, 180 kilómetros. Me atraía demasiado. Empecé a pedalear, me adelantó un todoterreno cuando llevaba unos 20 kilómetros y paró para que la señora se hiciera fotos conmigo. Después si hubo gente, en China siempre hay, un puesto de bomberos donde pase la noche, cene con ellos y desayune la sopa china con vegetales que es totalmente insípida pero una fuente inagotable de energía. Otro tramo de 100 kilómetros donde sino tiendas si había puestos de obreros donde parar y refrescarse un poco.
En uno de ellos me dieron a beber te rojo, hecho con judías. Buenísimo. Sandía. En otro carromato compartí la comida y la sombra. Enorme gente esta que no tiene nada y lo da todo.
En el tramo de camino, en una parada había un chico joven que se acerco en lo que yo estaba sentado en una sombra tomando descanso, me dijo que estaba allí en el pueblo de la familia y que él era de Heihe, me pasó el contacto de su hermano en esa ciudad. Resultó que el hermano era peluquero. Dos días después me cortaron el pelo, me invitaron a los baños y a la cena. Fue la primera noche que he dormido en una peluquería. Otra lugar más a la lista.
Me quede triste al abandonar el camino, en los pueblos las casas están abiertas y en las ciudades hay miedo irracional a lo desconocido. En alguna ocasión he parado a preguntar y han reaccionado como si fuera el diablo o peor aún, un vendedor de Biblias.
En este tramo no había mosquitos sino moscas. Muchas. No se el motivo de tanta mosca, pero rodar en bicicleta con las manos llenas de ellas es realmente molesto. Agotador.
Tramo de sube y baja continuo, con subidas pronunciadas donde no podía poner pie en tierra porque los insectos me asaltaban. Donde los descensos también pronunciados no invitaban a coger velocidad por la rugosidad del terreno.
China recientemente ha vivido tiempos muy oscuros de mucha escasez. Con una población de mil quinientos millones, todo junto, hace que prácticamente no haya animales salvajes. Tan solo pájaros y ratas atropelladas. Ningún águila. Ni conejo. Ni nada que se libre de ir a la cazuela. Ni tan siquiera serpientes como sucedía en Japón el año pasado, para mayor desolación el único ciervo que he visto estaba enjaulado.
Soy de pueblo y en mi pueblo dicen que si quieres tener pájaros el año que viene nunca no cojas todos los huevos del nido. Lo que ocurre aquí es que el hambre ha sido feroz, eso no se olvida y se nota cuando los viejetes luchan aunque sea para subir a un autobús.
Llegue al final del camino y me incorporé de nuevo a la carretera 209 que sigue el curso del río Amun, frontera chino rusa y desde allí a Heihe. Antes de la ciudad varios controles policiales, zona de frontera, en uno de ellos pase un buen rato charlando, me dieron hortalizas de su propio huerto y anti-bichos.
El río esta más contaminado de lo deseado, muchas factorías en la orilla y pocos o ningún pescador. No debe de haber muchos peces.
En esta zona la temperatura media anual son -2 grados, con inviernos muy fríos (-52 graditos) y veranos cálidos y lluviosos. En verano hay 17 horas de luz al día.
700 kilómetros de montañas, colinas y cuencas. Una zona muy poco poblada. La provincia de Heilongjiang tiene 80 habitantes por kilómetro cuadrado. Donde se unen los agricultores de etnia Han, los nómadas mongoles y los primeros asentamientos rusos, cedidos por el Gobierno chino a Stalin tras la Segunda Guerra Mundial. Además de diferentes comunidades también se mezclan religiones, culturas, dioses y creencias.
La altura media son 1600m.
Desde Xankaxiang seguir el curso del Río Amur, recorriendo la frontera 778 kilómetros hasta Harbin (S222). 黑龙江 es su nombre en chino, conocido en occidente por Río Amur, frontera entre China y Rusia. Es el noveno río más largo del mundo (4494 kilómetros).
De esta región es originaria la etnia Kitán. Tribu que venera el sol, luchadores a caballo y fundadores de la Dinastía Liao, los auténticos emperadores chinos. Unificó a las diferentes tribus kitán bajo un estado único que abarcaba gran parte de los territorios actuales de Manchuria y Mongolia. Fueron destruidos por Genghis en 1218. Su cultura y tradición perduro en el tiempo, no en vano, en ruso, China se dice Kitái.
S311 y S312 siguiendo el río que separa China de Rusia.
Heihe, Aihuizhen por la S311 hacia la región rusa de Jabarovsk donde se encuentra el primer puente construido en la zona para permitir el paso del ferrocarril Transiberiano en la década de 1910. Aún con este alarde de modernización, la zona sigue manteniendo las raíces de su cultura, zona de tribus nómadas que aún hoy en la actualidad se mueven en busca de los mejores pastos para el ganado.
Final del trayecto siguiendo el río y hacia el interior,S222, dejando la cordillera de Khingan, transición entre la cultura siberiana y manchú. Epicentro de la zona minera dedicada al carbón.
El preguntar en China es una experiencia. Personas que no saben leer mapas, que no tienen concepción espacio temporal, que han sido educados en el método de la memoria y la repetición y que no contemplan bajo ningún concepto otra alternativa. Siempre de un lugar a otro te envían a la autovía. Cuando no te indican las distancias como si fuera un billete de lotería, como si preguntara dime tu numero favorito o invéntate una cifra.
Hay que preguntar esquina a esquina, es parte del juego. Una vez de preguntar a cuatro o cinco se hace la media y te sale la distancia aproximada. Una vez me contestaron al preguntar por una distancia el tiempo que se tarda en recorrer ese tramo en bicicleta. Dos horas fue la respuesta, una gran referencia de alguien quien no tenia mucha pinta de andar en bici.
La paciencia es una virtud y viajando en China se aprende. Un chino nunca dice no, prefiero mentir que decir no. Prefiere dar información errónea que admitir su ignorancia. Prefiere dejar de hablar y mirar hacia otro lado que intentar buscar una solución. Yo soy un poco chino en ese aspecto también.
Viajo sin GPS y sin conexión en el móvil, si cojo wifi lo uso y sino mejor. Escribo un mensaje diciendo que estoy bien. Ellos saben que viajo con sentido común y ese es el mejor aliado. En momentos conflictivos, un conductor agresivo por ejemplo, una sonrisa y un saludo le descentra.
En la tienda por la noche si hay algún visitante lo mejor es salir con el frontal puesto en máxima intensidad y durante la conversación enfocar directamente a sus ojos.
Después hacía Yichun por la carretera S222, cortada al tráfico para mi gran alegría en muchos tramos y paralela a la autovía, con lo cual todo la anchura de la carretera para mi solo.
Un día después de rodar entre pueblos y parar en una granja para hacer la siesta vi un río. Me emocione. Ducha y ruido de agua para dormir. Fuí a buscar cena y cuando volví el río esta vallado, al igual que el lago del norte en todo su perímetro y hay que pagar para entrar. Un guarda dijo que no, el otro que si, yo que si, dos contra uno. A dormir al río.
Tres días más y estaba en Harbin para volar de vuelta a Shanghai. La entrada a la ciudad por avenidas de seis carriles.
La penúltima noche casi muero del susto, menudo sobresalto. Ceno, me acuesto y a media noche salgo para orinar cuando me acerco a una zanja y joder, un cuerpo desmembrado, no uno, sino varios, medio dormido, entre árboles ondulando por el viento, sombras, ruidos de pájaros, unos maniquís abandonados.
Ayer tarde fue día de buscar una tienda de bicicletas, empaquetar, en esta ocasión los chicos de la tienda me ayudaron a meter todo en la caja, me invitaron a comer y cuando cerró la tienda me llevaron a la parada del autobús que va al aeropuerto, 20 rmb y la última noche del viaje en la terminal esperando volar. En la facturación el último escollo, Milana odia volar y yo también, me pedían 270 rmb por sobrepeso de la caja, después de ir al cajero y pensar, he vuelto al mostrador, he abierto la caja, he metido la tienda y la herramienta y todo en las alforjas (equipaje de mano) y no he pagado. Cuando me dan dado el visto bueno a la caja de 24 kilos cuando son 20 el equipaje facturado, yo le he dicho que seguía teniendo los mismos kilos pero ahora en mis manos en vez de en la caja. Cosas de aerolíneas como el dar un pan congelado antes de descongelarlo.
Por esto escribo hoy antes de olvidar ese horrible pan que empaña una, otra, gran aventura de viaje en este gran país donde llevo ya casi diez años viviendo. Un cuarto de mi existencia. Un terció si obviamos la etapa infantil y la mitad de la vida adulta. La totalidad de la temprana madurez.
En esta ruta me ha acompañado el libro ¨las legiones malditas¨de Santiago Posteguillo.