1 de marzo de 2018

Intento encontrar la inspiración mientras preparo agua para hacer un té. He estado como cinco minutos eligiendo cual iba a tomar.

Una decisión, elegir el té, que hace diez años ni hubiera imaginado tener que abordar en el futuro.

Hoy hace diez años, exactamente dentro de tres horas, cuando sean las cinco de la tarde en Shanghai, en Madrid serán las ocho de la mañana y hará diez años que mi padre en calzoncillos me ayudaba a bajar las escaleras con la bicicleta cargada.

Había llegado el momento. El inicio de un viaje que aún no ha terminado.

Ahora, y a vosotros como testigo digo que este es la última entrada, referencia, entrevista, el último artículo que escribo teniendo como referencia Madrid Pekín en bicicleta.

– Vamos a pedir unas bravas!! Que las echarás de menos!! Y esta vez, qué, has venido en bici? Joder con el chinorris, quién lo iba a imaginar? Eh? Cuando te fuiste, que yo decía -pero este donde va!?

Esta podría ser la frase metida en cualquier conversación cuando estoy en Madrid.

Es solo un ejemplo, mi viaje, el viaje que sin querer se ha convertido en casi mi tarjeta de presentación.

En cualquier reunión de amigos o desconocidos da igual. Aquí ejemplos de conversaciones y situaciones, las contestaciones que dependen del estado de ánimo y del tono del presentador/interlocutor.

(en cualquier bar, reunión,…)

– Mira este es David, mi amigo, se fue de Madrid a Pekín en bici, que fueron casi dos mil kilómetros? Que fuiste por Rusia y Egipto y por ahí? Y que comías?

– No, fueron 12514 kilómetros. 9 países en casi cinco meses de travesía. Viajo con mi bicicleta, la tienda de campaña, el saco, la cámara de fotos, ropa y poco más.

(en una cena en Pekín, en una mesa de doce, redonda, todos cara a cara)

– y en tu ruta, que hacías en esa mierda de países?

– aquí la única mierda que hay eres tú.

(en una mesa con expatriados en Pekín, una mujer tiene a una señora a la izquierda y a mi a la derecha. Sus frases, mirando a ambos lados, sin pausa, sin tiempo para la respuesta)

– Cuanto tiempo de viaje?

– me encanta tu anillo, es precioso, donde lo has comprado?

(en una cena o reunión de cicloviajeros)

– yo hice Madrid Pekín

– me pasas la sal?

y la frase más escuchada:

– si yo pudiera, si yo tuviera tiempo.

Diez años del inicio del viaje. En junio, el día 3 hará diez años que pase la frontera en el puesto fronterizo chino-kazajo de Horgos, a 5200 de Pekín. El 19 de julio de 2008 llegué a Pekín.

Antes y después había viajado en bicicleta, en la actualidad son 23 países los que he visitado y más de 54 mil kilómetros a lo largo de esas rutas.

De ellos más de 20 mil en China. De Pekín a Ullan Battor, de Pekín a Xining recorriendo Tibet, de Xining a Urumqi atravesando el lago Qinhai en febrero, congelado con temperatura mínima de -25, Heilongjiang, Anhui, Corea del Sur, Mongolia, Japón…

De Pekín a Shanghai en 2015. En bicicleta llegué a Pekín y en bicicleta me mudé.

Diez años donde la sensación de continuar de viaje no ha acabado. Cada día en China es una pequeña aventura, los irreconocibles caracteres, los que nunca he aprendido y los que por falta de uso he olvidado. Los colores, los olores, el tránsito y el estar inmerso en una sociedad esquiva que hace tiempo di por imposible de entender.

Somos diferentes en todo. En el protocolo. En las relaciones sociales. En las tareas mas nimias.

Estudie y olvidé. Durante años asistí a clases de chino, con una profesora, con ella sigo siendo amigo, nos mudamos varias veces de academia, conozco a sus padres, a su primer novio y a su marido. Memorice y olvidé todos y cada uno de los caracteres que me enseño. Recuerdo y mal digo las palabras que me ayudan en la vida diaria. Puedo mantener una conversación fluida en chino si mi interlocutor es un niño de cuatro años.

Trabajo en inglés.

El inglés lo aprendí en Pekín. Empecé a dar clases de golf en castellano, me busqué mis alumnos en embajadas, consulados y restaurantes hispanohablantes. Tras un año en el club, me ofrecieron alumnos australianos y franceses, me compre videos en inglés, los veía con subtítulos, lo memoricé y

Los comienzos no fueron fáciles, recuerdo el primer día de clase de chino, joder, si las clases eran en inglés, tenía que llevar dos diccionarios a clase. Después coloqué un cartel en el Instituto Cervantes intercambiando clases de inglés por español y conocí a quien sigue siendo en la actualidad mi pareja. Peipei. Somos el yin y el yan. Tan diferentes y tan complementarios. Sin ella mi vida en China no tendría sentido.

China es el país de las oportunidades, un mercado floreciente que ofrece multitud de alternativas, yo he trabajado de profesor de golf, de arbitro de golf, en una agencia de viajes hasta que dejaron de pagarme el salario, en un equipo de ciclismo profesional hasta que dejaron de pagarme el salario, como profesor de español, de peletero en un show, como periodista español, como enlace entre empresas chinas y españolas.

No recuerdo siquiera todos los trabajos que he tenido.

Hace diez años en España te preguntaban:

– vives en China?

– me puedes comprar?

Actualmente y debido al desarrollo chino y al estancamiento de los mercados europeos y norteamericanos

– vives en China?

– un vecino de un primo de mi vecino produce X , te mandó unas muestras y luego tú ya me vas pidiendo contenedores.

Mi bicicleta se llama Milana. Referencia a la película Los Santos Inocentes. Hacer honor a mis orígenes alcarreños, gente pobre y luchadora.

La bicicleta me brinda libertad. Mi vida cotidiana busca el trasvase de lo que supone viajar en bicicleta, no conocer lo que hay escondido detrás de la siguiente curva, en la siguiente bajada, lo que voy a comer, donde voy a dormir o a quien voy a conocer en la siguiente parada.

Creo que en mis alforjas siguen cabiendo mis pertenecías. Salvo la bolsa de palos de golf.

El golf es otra de mis pasiones como juego pero poco a poco y debido al estereotipo de persona que vive alrededor de esa industria me he ido alejando, inconscientemente a veces y conscientemente otras muchas, de lugares y sitios donde el poder económico determina un status social.

En la actualidad colaboro con medios de comunicación, prensa y radio y organizó charlas para dar a conocer otras formas de vida. Tan simple como disfrutar y dejarse llevar. Algo que a muchas personas les da miedo y a otras nos atrae tanto. Influenciado por la vida nómada que otorga la bicicleta y tras muchas conversaciones con otros viajeros he llegado a entender que la vida es un viaje.

Enumero ahora algunos de los lugares donde he dormido estando de viaje con la bicicleta: el pórtico de una iglesia, en una habitación en una mezquita, en el jardín templo tibetano, en una celda de otro templo, en una yurta mongola, en una cabaña de obreros de carretera, en una gasolinera, en un barco abandonado, en un remolque, debajo de un remolque, una casa en construcción, un parque de bomberos, en un centro comercial, en una estación de autobuses, en una parada de autobús, en el porche de un templo japonés, un centro social, un colegio, un hospital, un museo, haciendo vivacs en la playa, en un castillo, en la Muralla China, en un parque, en la montaña, acampado, alojado en casas, con la bicicleta dentro de la tienda, en un tubo de alcantarilla por colocar en la cuneta de la carretera, en una ermita griega, en un aeropuerto, una estación de tren, en un almacén, un invernadero, en la caseta de seguridad de una fábrica de vinagre, en la caseta del jardín de un chalet, en una casa abandonada, en la terraza de un hotel de playa, en un bar, en un restaurante, a los pies de una autocaravana amiga, vivaqueando con otros cicloviajeros, a la orilla del Lago Ness, en la plaza de un pueblo manchego, en el almacén de un B&B, en la sala de máquinas de una fábrica, en un faro, en la cancha de deportes de un instituto, en un puesto de observación de pájaros, en el porche de una casa japonesa, en un polideportivo, acampado en un lago, en un río, en la playa, en una caseta de perro, en un taller de motos, en los vestuarios de un campo de fútbol, acampado en la portería de un campo de fútbol, en una granja, en la caseta de seguridad de un centro comercial, muchas veces como invitado a otros hogares, acampado en un parque urbano y otros muchos sitios que no consigo recordar.

Todas esas noches me han brindado la oportunidad de conocer otras culturas, otras gentes, sus idiomas y sus costumbres, eso es lo que trato , de que cada día sea diferente.