Guangzhou a vistazos

En Guangzhou la media de edad al igual que en Shenzhen ronda los 30 años. Se nota en la calle, en los negocios , en la falta de decoro, en la falta de herencia cultural.

Es una ciudad, capital de negocios donde todos y cada uno de los que viven, solo tienen el objetivo de hacerse rico. No es posible para todos ellos y para quienes trabajar en el servicio en su tabla de salvación, lo mal llevan con una desgana que se palpa. Guangdong en sede de las factorías y recibe una marea de habitantes de provincia para ocupar todos esos puestos de mano de obra sin cualificar que demanda las grandes empresas. Después con el dinero ganado no hay mucho que hacer aparte de beber o ir de putas. Hay muchos locales donde las chicas bajo el letrero de peluquería o sala de masajes se sientan a esperar a los obreros que con el salario en la mano y la familia en el pueblo las buscan.

En las calles no hay bicicletas, el metro siempre en hora punta es una selva, los coches y motos abusan de la acera, es una ciudad sin ley fuera de todas las guías de turismo chinas. Tampoco turistas interiores, nadie va de turismo a Guangzhou.

Hemos estado tres días visitando los pocos museos y zonas culturales. Dos estaban huecos, solo el edificio, dos cerrados y la zona de arte, semejante al 798 pekinés comido por tiendas de ropa y restaurantes.

Lo mejor han sido las compras, de camino a un cine donde la entrada vale dos rmb (película documental francesa), encontramos una tienda de libros de segunda mano, el mío Oliver twist de Dickens y el de Peipei, Wizard of Oz, total 18 rmb y dos libros salvados del olvido y que vuelven a estar siendo leídos.

En el cine estabamos solos.

Poco mas que decir, tan solo dos anécdotas de esos viajes por China para los cuales 8 años son pocos para aclimatarse, hoy en el avión la chica del asiento de detrás eructando y él otro que ya estaba viendo la pantalla del móvil antes de que el avión tocara suelo.

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