Pekín-Shanghai 2015

Pekín, no llores, no es un adios tan solo un hasta luego. Me llevo uno de tus tesoros y vendré a verte tantas veces como pueda. He pasado unos muy buenos siete años recorriendo tus avenidas y rincones, seguro volveré a hacerlo en el futuro.

Una vez más saliendo de casa para realizar un ruta. Esta ocasión no era una cualquiera. Es una mudanza.

Esta vez la ruta en bicicleta es una mudanza a Shanghai. A Pekín llegue en bicicleta, a Shanghai me fui en bicicleta.

1204 kms en 9 días atravesando las provincias de Pekín, Hebei, Shangdong, Jiangsu, Nantong y Shanghai.

No hay turismo, pero viviendo en China es preciso darse una vuelta por las provincias industriales, conocer la realidad de las consecuencias medioambientales que produce el progreso. Los esfuerzos que hace China y el planeta por dar respuesta a la gran demanda de producto de mercados consolidados como el americano o el europeo. Aún así todavía es posible perder el rumbo recorriendo pequeños pueblos que mantienen su esplendor entre el humo y los bocinazos de los camiones que unen puertos y fabricas.

 Saliendo de Pekín, no hubo problema ni perdida, mis rutas de fin de semana me han enseñado a mantenerme paralelo a a la G104 rumbo al sureste, hacia Tianjin.

 Todo plano, con viento lateral procedente del mar que me acompañaría durante toda la semana. Pequeños pueblos que visitar, donde parar y charlar con las personas.

 Hebei y Shangdong son parecidas en cuanto al número de concesionarios de venta de automóviles, talleres mecánicos y gasolineras en torno a la carretera nacional. Todo un mercado donde las grandes marcas se dan codazos por ocupar un espacio. Detrás de ellos, tan solo un kilómetro alejado de la carretera la vida vuelve al campo, a los pequeños huertos, a las gentes que viven sin reloj, en esos lugares es donde buscaba acampar. Mucho maíz y canales que gracias a Dios en estas fechas no están llenas de mosquitos.

El cuarto y unico día me duche. El aseo lo mantenía con el termo una botella de litro y medio que por las noches antes de meterse en el saco se agradece. Quitar la sal del sudor, el polvo y el humo. Entre en un hospital a pedir agua caliente, pedi lavarme las manos, me ofrecieron una ducha y no lo pensé ni un segundo.

 G204 es la carretera que recorre la costa. Aparecen variantes paralelas con menos tráfico y siempre trataba de llegar a ellas. En Jiangsu apareció el único día de montaña, varios pasos, no son más que colinas pero tan acostumbrado al terreno llano y el viento se hacen más duras de lo esperado. De nuevo un cambio, un poco cansado de la ruta camionera me lance al este en busca de la playa, acampe para dormir en Rizhao, y mantuve la línea de la costa hasta bien entrado en esta provincia. Mil canales y ¨puentes de dragón¨ que así es como se llama a los puentes de cinco ojos que dan aspecto de un dragon tumbado.

 Tres días antes de llegar , la población se intensifica de tal manera que es prácticamente imposible acampar, hay que pedir permiso, entre ríos, cultivos, tierra embarrada y casas se hace una tarea muy difícil colocar la tienda. Cuando he pedido permiso siempre he encontrado una sonrisa después de una cierta incredulidad, ayuda después de desconcierto.

 En una de las paradas a mediodía la niña del restaurante estaba hacienda las tareas de inglés del colegio, fue un rato muy agradable, esa parada se alargo por casi dos horas.

 Como la señora que tras no cobrarme en la tienda, me sentó a la mesa junto a su familia me preparo un arroz con huevo delicioso.

Sin duda en este viaje la curiosidad es el cartel que he ido dejando en restaurantes, pegando en arboles y supermercados. En una de las paradas se me acerco un señor de mediana edad, me mostró carteles con la foto de su padre, desaparecido hacia unos días y me dijo que como yo iba viajando que le ayudase a colocarlos. Accedí sin dudar. Después pensaba en la desesperación que tras sufrir el trance de la desaparición de su padre enfermo, lleva a alguien a confiar en un extranjero que viaja en bicicleta.

 En ruta he atravesado dos de los grandes ríos chinos, el Yellow River y el Yangtze, este último fue el último escollo antes de llegar a Shanghai. Se corta la carretera nacional, se convierte en autovía y lógicamente se prohibe el paso en bicicleta. Los furgoneteros piratas lo saben, quieren aprovechar de los viajeros que llegamos a esa frontera dando pedales. No son pocos entre triciclos, personas mayores, mercancías y puestos ambulantes que a diario cruzan el puente para ir a trabajar o vender las mercancías. Estos hacen de lanzaderas por un módico precio, al ver de lejos la situación, me di la vuelta, retrocedí unos 2 o 3 kilómetros e hice autostop. Un chico muy amable me cruzo e incluso a ver mi mapa me llevo a una tienda, compro uno y me lo dio.

 La entrada en Shanghai, sera otro capitulo en esto de escribir entradas del mundo de la bicicleta en China. A primera vista el carril bicicleta esta saturado de motos de pequeña cilindrada y de mala combustión, huele a aceite al pedalear.

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