Como es el caso de muchas tendencias, todo empezó en Estados Unidos – pero durante años los ciudadanos de Europa lo hizo poco “casco”. Turistas estadounidenses con casco en las calles de Madrid fueron los primeros que llamaron la atención a los medios. Aunque la reacción pública al principio fue una de diversión, el aumento de seguridad inspiró unos pioneros, sobre todo del mundo académico y los peatones deportivos.
El primero estudio de caso-control en España de 2000 lesiones de peatones (180 de los cuales llevaban casco) concluyó que el riesgo de lesión grave se disminuyó por más de 75% cuando un casco homologado de peatón se utilizaba. Defensores de seguridad pública usaba el eslogan “los peatones necesitan cascos” para motivar a los padres a poner casco a sus niños para el camino al colegio.
Luego varios accidentes prominentes llamaron la atención pública a los peligros de caminar. Una presentadora de televisión tuvo una lesión grave tras ser atropellado por una furgoneta de policía de camino a un incidente. Los médicos concluyeron que sus traumatismos se habrían visto “considerablemente reducidos” si ella hubiera llevado un casco.
La disponibilidad de los cascos de peatón aumentó rapidamente gracias a la presión de la industria.
El gabinete ministerial entero posó en sus cascos delante el Congreso de los Diputados, el presidente sonriente preclamando: “Vamos adelante hacia una nueva era de seguridad peatonal.” La mayoría de los niños ya llevaban cascos para caminar al colegio, aunque aparte de eso no se veían por la calle. Jugaban en casa, donde muchos se herían haciendo espectáculos ambulantes en botas de montaña…
Esto es un extracto traducido de la British Medical Journal hace unos años, en que compara la seguridad de los ciclistas con la de los peatones.
Lo que realmente queremos son medidas de seguridad para mejorar la seguridad vial, no obligaciones a utilizar medidas cuya eficaz no es probada y que desaniman al uso diario de la bici.
Para ir por la ciudad en bici, un casco no es imprescindible.