Al leer el título se puede pensar que vamos muy rápido. Incluso algún lector de los actuales ciclistas strava puede pensar en watios. Lamentablemente estoy hablando del nivel de polución.
Me he pensado de poner el título. He pensado de hacer una crónica divertida de la salida en bicicleta pero muy a mi pesar la imagen que en mi queda de Pudong es la de un lugar donde el desarrollo urbanístico ha arrasado con todo.
La noche anterior a la partida no miraba la previsión del tiempo, el cual daba lluvia, una lluvia que nunca llego y hubiera calmado la nube de polvo en la que se sometida esa parte de la ciudad. Polvo proveniente de la multitud de trabajos de construcción que se desarrollan a lo largo de toda la parte este del delta del río Yantze, conocido como Pudong.
En mi blog ya he utilizado la expresión de ¨barrer y esconder bajo la alfombra¨, como cualquier anfitrión que recibe una vivita inesperada, lo que hace China y muestra al exterior, lo que muestra este cartel, una ciudad verde con un cielo azul photoshop y detrás montones, montañas de desperdicios de materiales, escombros de casas que en uso son demolidas bajo el brazo de la especulación para crear edificios de muchas plantas, centros comerciales y fabricas.
Un desayuno gris, por el bollo plastificado y por el lugar junto a un proyecto de hotel compuesto por trece edificios con vistas al mar gris, diseñadas por y para gente gris. Edificios corta y pega en cualquier otro desarrollado litoral, en Hainan, en el Mediterráneo o en Malasia. La ley de costas bajo la premisa en el ahorro de los metros de tuberías para el desagüe. Se ahorran tuberías al colocar los hoteles tan cerca de la orilla del mar. El mar, el oceano, es ese lugar que la raza humana piensa es es un enorme estercolero que no posee límite de absorción de basura pero que esta dando muestras de su saturación.
Desde Puxi en ferry a Pudong, rodar, cenar dormir, y volver. 110 ida y 72 kilómetros la vuelta. La noche pudo haber sido mejor, pero como siempre cuando se hace de noche y se busca un lugar para dormir uno no acaba en un buen lugar. La amenaza de lluvia y la continuada verja que viaja paralela a nosotros y al litoral. La entrada ala playa, zona acotada, asfaltada y encorchetada que los chinos llaman playa tiene un torno, hay que pagar para entrar, algo que viene a ser como pagar por andar por el monte.
Una salida en bicicleta, sin mapa, sin ruta, sin destino, de dos amigos en busca de risas. Las risas han prevalecido durante toda la ruta, desde la primera hasta la última parada de este paseo desde Shanghai que como todas las demás rutas han merecido la pena y que no se volverá a repetir. Próxima salida nuevo destino.
Que manía de colocar una segunda piel (inútil) a algo que la naturaleza ya le ha puesto una.