Lo tenía en la mano, lo podía tocar. Ya lo estaba saboreando porque viajar en bicicleta es empezar a viajar mucho antes de salir de casa. La bicicleta empaquetada. Y todo al traste.
Estoy escribiendo esto en casa cuando debería estar aterrizando Almata en Kazahstan. La compañía de aérea cancelo mi vuelo de ayer, me lo pasaron de ayer tarde a hoy, día 20 en la mañana. Otra llamada de la compañía al amanecer y vuelo cancelado de nuevo.
En principio es algo normal en las compañías aéreas, jugar con los clientes como si fueran mercancía, no en vano se paga por adelantado el servicio como en los restaurantes baratos.
Lo normal, ir al ordenador para informarse de que esta pasando y sorpresa. Temporal en Pekín, vuelos cancelados por la lluvia y lío en Almata, la persona que nos ayudaba en el aeropuerto nos dice que la situación esta controlada pero que existe el toque de queda nocturno, el aeropuerto y la estación se mantuvieron cerradas el pasado martes y aunque la situación va recuperando la normalidad, la tensión se palpa.
La verdad es que no tiene porque pasar nada extraño. Yo he cruzado el país kazajo y fueron todo ayudas y parabienes, la población tiene un trato exquisito, pero en la calle un día normal el ejército se pasea con ametralladoras, y ahora están los tanques aparcados en las cunetas. No se, no me apetece. Y el Pamir va a seguir estando ahí.
En esos países los pasos fronterizos son un dolor de cabeza y ahora más si cabe. Ahí os quedáis con el AK47 y el vodka.
La compañía aérea me devuelve el dinero.
Lo peor, no peor sino, no se como explicar, es que este viaje a esa zona esta destinado a la recaudación de donativos para la Fundación WILL. Me siento mal. Lo primero he llamado a Pilar y ella me ha dicho, lo más importante son los 3000 kilómetros y la ayuda que nos generas al realizarlos. Las personas han donado los kilómetros para WILL y no dan importancia donde sean recorridos esos kilómetros.
He publicado en todos los sitios posibles la ruta y ahora se cae por motivos que me son en cierta medida ajenos. Me da pena. Me jode.
En fin. Que mi compañero de viaje y yo esta mañana hemos decidido ir a Japón el próximo sábado. El plan es hacer esos 3000 kilómetros desde Osaka donde nos deja el barco que nos transporta desde Shanghai, hasta Wakkanai, en Sapporo, la ciudad más al norte, desde donde se ve Rusia.
La ruta del Pamir esta guardada en el cajón, no olvidada, pero a partir de ahora a mirar otros mapas y otros lugares.
Nunca se esta fuera de peligro, en Japón hay otros peligros, nadie esta a salvo.
Y otra cosa, creo esta será la última vez que publico una ruta antes de ir. Es gafe. Viajare como siempre de incógnito y al volver lo público.
Ahora toca de empezar a hablar de Japón. Ya estuve allí en 2008 y recorrí el sur del país, Matsuyama, Hiroshima, Nara, las aldeas de pescadores, arrozales, los baños termales, los templos en los pueblos… tengo un gran recuerdo de aquellos días. Ahora toca el norte, visitar el Kodokan en Tokio, vivac en el monte Fuji, Sapporo. Siempre he tenido ganas de volver a Japón y hoy así de repente, me ha caído la posibilidad.
Y en barco, la otra vez fue desde Tianjin a Kobe, esta vez desde Shanghai a Osaka. El embarcadero esta a 4 kilómetros y medio de mi casa. Será de nuevo más de un día en el ferry con el karaoke, los estudiantes, los mareos,
La bicicleta estará a buen recaudo en la bodega, cuidada, sin empaquetar, se llega al barco en bici y se sale montado.
¨El que no se consuela es porque no quiere o porque no tiene consolador¨