Ayer recibí unas fotografías de una graduación en un instituto, birrete omitido, aparecen en la fotografía ademas de las personas que obtienen esa titulación, una serie de sillas ocupadas por personas que por su edad no tienen mejor ocupación un martes por la mañana. Familiares y amigos se reúnen para celebrar la obtención de un título enmarcado en la Enseñanza Secundaria Obligatoria.
Hasta aquí ningún problema. El debate surge cuando tras comentar lo acontecido me responde con eres ¨antisocial¨. A partir de este momento la conversación estriba en tratar de explicar a quien no quiere escuchar la diferencia entre el prefijo a- y el prefijo anti-. a- es de origen griego e implica negación. anti-, también griego implica confrontación y lucha.
Ya he comentado en alguna otra ocasión que yo no asistí a mi fiesta de Graduación al obtener el título de Licenciatura. Me parece un circo, sin más. Un circo copiado de la cultura yankee. Ya he escrito sobre Papa Noel / Reyes Magos y Halloween. No me voy a extender más.
No soy antisocial. Antisocial es algo que conlleva una ruptura de la ley, un comportamiento peligroso e incluso penalizado por la ley española. Soy asocial en muchas de sus vertientes. No quiero decir rebelde. Gusto de aplicar el pensamiento crítico a muchas de las cosas consideradas cotidianas. Admirador del filosofo americano Thoreau y ferviente seguidor de Fray Dulcino.
En estas líneas de abajo copiadas de otra fuente se explica con claridad la diferencia.
El término asocial representa a aquellas personas que no les agrada estar rodeados de multitudes, esto no implica no tener amigos, un asocial puede perfectamente tener amigos y hablar con ellos por distintos medios aparte de la comunicación en persona. Ser asocial tampoco implica estar enfermo mentalmente, el ser asocial es solo un tipo de personalidad que las personas poseen, la cual no es considerada como una enfermedad y tampoco es algo malo. El término asocial es distinto de antisocial ya que este último implica una aversión activa o antagonismo hacia otras personas o al orden social en general. Esta inclinación a menudo se confunde con la misantropía.
El individuo generalmente, como integrante de una sociedad, comparte con los demás determinados valores, normas, modelos y símbolos establecidos que facilitan la convivencia. Sin embargo, no todos los individuos presentan la misma adhesión a esas normas y valores. La adaptación al medio social implica diferentes grados de conformidad dependiendo de la sumisión o libertad de decisión del individuo y de la rigidez o tolerancia de la sociedad. Por ello, la adaptación social no implica necesariamente conformidad, sino que puede conllevar la innovación o modificación de los elementos que integran una determinada cultura o sociedad.