lo hago no lo hago

He lavado la camisa blanca, estaba el cuello un poco amarillento de ver pasar los días colgada en el armario. Hay personas que se ponen amarillas esperando el día. Cuando se dan cuneta ese día nunca llega.

Mañana por la mañana me han invitado a hacer una presentación para un grupo de 60 personas. Bajo el manto de la empresa JLL , expondré mi proyecto, un nuevo viaje en bicicleta con el que generar recursos para la Fundación WILL.

Ayer estuve con los niños montando en bicicleta, desde Pudong a Puxi, el camino inverso de casi o todos los ciclistas de Shanghai. La mayoría de ellos cruza el río para disfrutar del ciclismo por las calles solitarias de Pudong. Nosotros cogimos el ferry para disfrutar del barullo puxiniano. La parada fue en el museo.

Los conocí hace ya mas de dos años y los veo crecer, algunos ya casi me rebasan en altura y en vello, se están haciendo mayores pero al igual que yo espero que nunca dejen de ser niños.

El sábado pasado quede con un amigo para tomar café, estos días en China se celebra el festival Qinming (día de los difuntos). Fiesta jueves, viernes y sábado pero me canceló tan solo una hora antes de la cita. Estaba trabajando, en sábado y en fiesta.

Cambie el plan, me quedé en casa con un libro y hablé con Nico y con Raymond. Nico, ya le conocéis, ha viajado por 53 países durante 20 años y Raymond desde su página web intenta conseguir dar a entender una visión de la vida tan difícil de entender por unos y tan atrayente para otros.

Los dos planes eran buenos sin duda, tomar un café o charlar. Dos planazos. Del segundo de ellos pude comprobar, escuchar, oír como ellos perdonan el obtener por el dar, olvidan el recoger por sembrar y me animaron a seguir adelante con el proyecto.

Si viajo en bicicleta y con ello puedo ayudar porque no hacer, en muchas ocasiones surge el lo hago o no lo hago. En muchas páginas web encontramos avisos de empresas que luchan mediante donativos por desarrollar unas infraestructuras, unas condiciones, concienciando y con el viento en contra muchas veces, no hablamos de grandes imperios formados a la luz de la caridad, sino de personas que dan todo por nada. Porque no ayudar a esas personas.

Existen detractores. Si los hay si, como las meigas haberlas haylas. En 2007 con mi inexperiencia absoluta me senté frente al directivo de una gran empresa, tras explicar como y lo que quería hacer, me contestó – tú quieres que te paguemos un viaje privado. Yo, ojoplático, me repuse y balbuceé, – te estoy ofreciendo un soporte (mi bicicleta) para dar a conocer tus productos.

Desde entonces no he intentado atacar a grandes empresas incluso en 2016 desheché la posibilidad de colaborar con Nike y Starbucks (me iban a robar mi ideal, me iban a tratar como una puta, haciendo de mí su placer, su bienestar y su ganancia). Prefiero contactar con pequeñas empresas, tiendas de barrio, donde poder expresar mi proyecto al dueño del local y explicar para quién se esta haciendo el proyecto.

Mañana a las ocho de la mañana, junto al museo, me dijeron que era en el museo, pero es en un café dentro del museo, allí con la camisa reluciente intentaré convencer y empezar a transformar kilómetros rodados de bicicleta por donativos.