Atrás queda y no tan lejos cuando en China se retransmitían las ejecuciones en la televisión pública. La última en la provincia de Shaannxi en 2001.
También los juicios masivos en estadios deportivos y la exposición de los reos andando por las ciudades. Aquellos gestos congregaban a más de un millón de personas.
No se puede generalizar, creo, que China sigue siendo un sitio relativamente fácil donde vivir ajeno al robo o al asalto.
En 2017 el número de homicidios ha llegado a su pico, quizás anteriormente no había estadísticas y ese rea el problema. Porque carceles en China siempre ha habido.
Aparte del robo de niños, la corrupción, malversación han aumentado los robos de vehículos, asaltos a tiendas, violaciones y hurtos. Se pena la venta de droga con la vida.
Más cercano son las noticias que nos salpican, como son el asalto en plena calle con el robo del móvil al jefe de mi novia, un sábado a las once de la noche en una calle céntrica o el intentó de robo del móvil a una amiga en el metro.
Cuando detuvieron a la persona en comisaría saco un papel con su prueba de embarazo. En China si estas embarazada o eres portador de VHS no vas a la carcél y los ladrones lo saben.
En Pekín me robaron en el club de golf. Me pagaron las clases en efectivo, fui con el alumno al putting green y al acabar el día el dinero no estaba en la bolsa de palos. Las cámaras de seguridad descubrieron al ladrón, un señor que pegaba bolsa en el puesto de al lado. Un socio del club. Al lunes siguiente devolvió el dinero, envió a una persona, él no se presento.
El intento de robo anoche de mi bicicleta. No lo note. Deje la bici aparcada en Wulumuqi para entrar al restaurante a cenar y cuando salí la sorpresa, habían intentado cortar la cadena. Alguien daría un aviso, alguien gritaría, yo no me enteré.
Roba al estado. No pagues impuestos. Pero no me robes a mi, cabrón!
En Pekín me robaron dos bicicletas y tres motos. Pero esta ha sido la primera vez que me ha tocado aunque a mi novia ya le han robado dos en la puerta de la oficina. Milana y Puzzle duermen en casa y cuando salgo a cenar con ellas o entran en el restaurante o elijo otro sitio donde comer.
Cuando me robaron la moto en Pekín a los días vino la policía a mi casa, me dijeron que los acompañase a la comisaría que habían encontrado la moto. Durante el trayecto de casa a su oficina me preguntaron que quien me había vendido la moto, donde, … fue extraño, le dije que era mentira que la hubiesen encontrado, es más, le di la llave al agente y le dije que si era verdad que se la regalaba.
Po otro lado. Un día que iba con la moto, aparqué y al salir del lugar no encontré la llave, me toco arrastrar la moto con el cepo puesto hasta encontrar una piedra y con ella reventar el candado. En ningún momento nadie se acercó a reclamar lo que estaba haciendo. Hubiera sido difícil sin factura y sin llave decir que era mía.
Cuando viajo no llevo candado. Esos problemas son de las grandes ciudades.