Paella blanca

Ponemos mucho cuidado en los complementos que llevamos por fuera. Pero realmente debemos tener cuidado con los complementos que ingerimos, con lo que llamamos alimentos. Es bueno saber lo que uno come, de donde procede, preguntando al  vendedor, los kilómetros que ha recorrido la mercancía, leer no solo la fecha de caducidad que indica el número de conservantes. Ademas es bueno leer, para saber, los complementos de origen industrial que se ingieren en la comida.

Paso más tiempo en el supermercado leyendo las etiquetas que eligiendo o pensando los productos a comprar. El otro día leyendo los ingredientes del queso, encontre ¨aroma a cabra¨

Sentí curiosidad. Es normal encontrar alimentos bajo denominaciones, 100 % natural, que son todo lo contrario. Al llegar a casa busque información sobre ese ¨aroma de cabra¨ y no descubrí nada nuevo. Los productos químicos con que elaboran los alimentos industriales, aparte de tener en su mayoría harina de maíz transgénico, jarabe de glucosa y ?. Incluyen ademas una serie de aditivos y colorantes que potencian el sabor de tal manera que crean adicción al consumidor. El famoso E-102.

Las empresas son muy opacas en la industria alimentaria. No solo porque cuentan con el beneplácito de los gobiernos, no solo porque tiene un halo de superioridad y cuentan en sus filas de altos ejecutivos con políticos. Ademas y lo mas importante, triste podría decirse, con la desidia de sed informativa del consumidor.

Encontré la empresa que lo comercializa, pero en su web no hay ni rastro de los componentes de sus productos en los etiquetados. Para tener acceso a esa información te remiten a servicio al cliente y como no soy cliente, no tendo contraseña de acceso y ese servicio no lo puedo utilizar.

Me pregunto si el cliente es la empresa que compra ese aditivo para producir un ¨alimento¨ en serie o el cliente es el consumidor, quien a fin y al cabo ingiere el producto final.

En 2009, Actimel recibió en Alemania, por el eslogan “Actimel activa tus defensas”, el premio a la mentira publicitaria más insolente, un galardón que otorga Foodwatch

 

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