Sabia donde iba, me puse mi camiseta y me peine con raya a un lado. Ya os dije, tenía que hacer una exposición para un grupo de expatriados en Shanghai, una secta llamada Comunidad Latina, que se reúne el último jueves de cada mes. De mi manera de vida, de los viajes en bicicleta y promocionar las clases de golf. Dos cosas extrañas en su definición pero no tan extrañas en la percepción. El golf es trabajo, pero al aire libre con el viento la lluvia y las ganas de superar ronda tras ronda, los viajes en bicicleta no son trabajo pero también te encuentras a un desafío que es no saber lo que te espera en el siguiente golpe.
Nada más llegar me vino a la cabeza una frase de un amigo en Pekín, estábamos en un bar donde había una reunión de españoles, si, de los que se vanaglorian y disfrutan con la ingesta de alcohol a la menor ocasión, – contra más tiempo llevo aquí a menos gente conozco. Me dijo. Y es verdad, la gente que lleva tiempo fuera parece romper con el lazo de unión que impera al poco tiempo de llegar.
Una vez allí sentí en propia carne lo que ya había imaginado, iba a predicar en el desierto. Lo primero en un restaurante colombiano hablando con el jefe, puff, elegir comida se esta volviendo algo terrorífico en las reuniones sociales y dado que no soy un ser muy social estoy empezando a dejar de lado también las cenas y reuniones con más de 3 o 4 integrantes. Otra vez tocaba hablar con el camarero – no como nada de origen animal, – la ensalada sin atún, ah claro, le quitamos el huevo. Ok, la sopa de lentejas. Y de postre arroz con leche?. Me dejo sin palabras, me pillo desprevenido, no pude responder.
Si, puedo comer de todo, incluso piedras si las mastico muy fuerte.
Después vino mi sitio en la mesa, un vendedor de seguros de una oficina internacional a mi izquierda y a mi derecha nadie. Es lo que tiene buscar siempre un rincón y querer pasar desapercibido. A veces es complicado pasar desapercibido si eres tú el ponente en la charla.
Hablamos de la cultura china, hable, me miro, me invito a ir a beber algún viernes y me cambie de sitio.
Caí junto a una señora que ofrece tours por el río Yangzte, en un barco muy chulo con unas suites llenas de paños de colores y paredes blancas. Yo pensaba en los que es necesario para que el río sea navegable, las familias desplazadas por la construcción de presas, la contaminación producida por el gas-oil, la sobre iluminación, la falta de agua potable, en la extinción del maravilloso delfín chino. Recordaba cuando ciclaba junto a la orilla con Nico, – joder el río es gigante y no veo ni un pescador.
Ese río tiene 6000 kilómetros de longitud, yo tan solo he hecho unos dos mil. El año pasado, creo que lo comente aquí, conocí a un italiano que hizo un reportaje fotográfico sobre el río. Lo recorrió por ocho meses. Yo lo conocí, al río, no al italiano en 2005 y me maravillo desde la primera vista.
Después vino la presentación. No había ordenador, se fueron a por uno. El de los seguros se fue antes de comenzar, tendría que ir a vender o buscar cliente y a mi lado complicado lo tenía. Otras personas me marcharon antes de comenzar. Ibamos quedando pocos pero los que habían escuchaban, me fije, les capte, les hice pensar, pocos miraban el móvil y muchos me miraban a los ojos cuando hablaba. En Burgos, cuando fui al teatro Clunia, me dijeron no muestres fotos, cuenta experiencias, que la gente viaja con la imaginación.
Después vinieron las preguntas. Y que haces si llegas a una frontera y no te dejan pasar? donde sacas un visado? tras una hora de clase de golf puedo ir al campo?
Al salir una señora me dijo -tienes que volver y hacer la segunda parte. Y contesté, – no, esto es como la película Titanic.
Esta mañana he recibido un mensaje de una de las señoras asistentas -…gracias por la charla, además de interesante me reí un montón, me encanta tu espontaneidad!
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