La ducha

Un lavado de la bicicleta y una pequeña revisión a la vuelta de una ruta es más si cabe necesaria que la puesta a punto en la partida.

Los tornillos, de los anclajes y ajustes necesarios que tras una mera revisión pueden prevenir un mayor problema en un futuro no lejano.

Mucho mejor apretar la cabeza de un tornillo flojo del transportín que tener que sacar un tornillo partido en la próxima salida.

Es una de las acciones más importantes en la vida útil de nuestra montura. Además de prolongar su uso, se evitan mayores desperfectos porque cuando se lava a mano y con detalle se perciben todos las pequeñas fisuras, desencajes, que hayan podido suceder en ruta.

Para el lavado,

– el cuadro con una esponja y utilizar un jabón neutro, champú, es suficiente. Para

– la transmisión disolvente o desengrasante en la transmisión y en aquellas partes donde se acumula más la suciedad, en las cazoletas y en la parte derecha del buje trasero.

Una vez aplicado el desengrasante, esperar un poco a que este haga su efecto. Después con una brocha de pelo duro (para los platos y piñones con un cepillo de dientes de pelo duro) pasarlo entre las diferentes partes del cassette y aprovechando por la parte trasera de los pedales donde se acumula barro y suciedad del asfalto.

Evitar que el desengrasante entre en contacto con el neumático.

Utilizar una esponja y una brocha de pelo suave para los recovecos y aclarar aplicando agua y nunca con manguera a presión.

– Para las llantas utilizo un estropajo.

En Japón el cuentakilómetros ha rebasado los 35 mil. Hora de cambiar una nueva cadena, será la sexta. Importante engrasar y limpiar el sobrante con un trapo, de esa forma se evita que se adhieran ramitas, hojas, polvo…

Para acabar, secar con un trapo sin pelo (una vieja camiseta sirve) con un poco de limpiador de muebles para abrillantar las manetas, puentes, tija… y ya esta lista para ensuciar de nuevo.

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