Mongolia 2014

En 2014, salí de casa hacia el norte. Fueron casi cinco semanas desde Pekín a la capital de Mongolia y hacia el oeste.

Inolvidable y repetible experiencia

La planificación estaba clara en este viaje. No fecha exacta de salida, no fecha exacta de vuelta y no ruta marcada.

Visitar Mongolia al final del verano es fundir el verde de las praderas con el amarillo de las hojas de los árboles. Una instantánea que se mantendrá en mis pupilas por mucho tiempo. Al igual que el recuerdo de sus gentes, su extremada hospitalidad, los caballos en libertad, los águilas, de los ríos que he cruzado o las laderas que he caminado empujando bicicleta.

Empecé el día 26 de septiembre desde Pekín. Desde casa. Siguiendo la carretera G110 hasta Zhangjiakou. Quien ha estado en China y no ha visitado estas ciudades, denominadas ¨la cocina del mundo¨, no sabe nada de China. Venir a China y ver lo bonito no vale. En esta provincia, Hebei, es donde se produce el 60% del carbón que se consume en China, todo esta impregnado de polvo negro. Cuando se atraviesa en bici los mocos son negros, las manos se ponen negras y aunque te protejas como un saharaui, no hay remedio, ese polvo durará semanas hasta que desaparezca por completo. Un lugar donde quien se preocupa por el devenir ecológico del planeta sufriría un ataque cardíaco. Alguien se ha parado a pensar en China cual es el precio que paga su país para crecer alrededor del 10% anualmente? Alguien se ha parado a pensar en lo que paga el resto del planeta para tener acceso a los productos que se fabrican en China?

Una vez rebasado este tramo de casi 250 kms desde Pekín se llega a campo abierto, el cielo es azul y empiezan a verse camellos. En tan solo dos días más se llega a la frontera. 650 kms de mi casa a la frontera.

El paso en bicicleta esta prohibido pero si pagas 100 RMB y pones la bicicleta dentro de un taxi pirate si accedes a Mongolia. Los españoles tenemos un mes de visado gratis. La noche anterior compartí hotel con un chico chino, Jing, de Xiamen que recorre china en moto durante dos meses.

En Zymud Ud, todavía sonaban en mis oídos las palabras de Salva. ¨Salta ese tramo y vete al norte¨. Compre agua para atravesar el desierto y arranque hacia lo más pelado del Gobi. Tras una hora (6,5 kms) de empujar bicicleta por la arena, como si de una playa se tratara, pare a la sombra de una señal de tráfico, allí paró un coche. Un conductor chino, sorprendido de ver la estampa me dijo que si quería ayuda, no lo pensé. Rumbo al norte. A ver lo que quiero ver.

El paso de un país a otro es considerable. Los niños se acercan en las ciudades a pedir dinero cuando no cigarrillos. Las calles no están asfaltadas. Las casas son de chapa con tejados de colores. En los supermercados no se encuentran nada más que latas de conservas, galletas de elaboración industrial y mil marcas distintas de vodka.

¨Donde las nubes del progreso tiñen de negro el cielo¨ Ullan Battor. La atravesé en dos horas, no es difícil, solo hay una carretera en Mongolia, y no es difícil encontrar la salida aunque el tráfico es muy peligroso. Muchos coches importados de Japón, más baratos debido a que no pagan impuestos tienen el volante a la derecha, aunque al circular se rigen por el código internacional de circulación, con lo que el conductor no tiene ni la más remota idea de lo que sucede en un adelantamiento. En todo caso si no pueden adelantar por la izquierda lo hacen por la derecha sin importarles si hay o no otro coche y menos aún si hay bicicletas. En las carreteras no hay arcén. Rápido. Rápido. Dos días, se acaba el asfalto y empieza la fiesta.

Así fue. Al salir hacia el oeste el paisaje no para de mejorar kilómetro tras kilómetro. Mongolia esta situada en una meseta por encima de los 1400 m de altura. En septiembre hace frío por la noche aunque el sol es abrasador por el día. Para mi, como soy, el viento siberiano del norte me refrescaba las jornadas.

El segundo día tuve un encuentro magnífico. Una familia celebraba la ceremonia de marcar a los caballos con el distintivo del clan, marcar a hierro. Allí conocí a Saru, un chico que había vivido en Londres y con quien estuve casi un día. Me explicó toda la parafernalia de la ceremonia. No solo eso, Saru practicaba Judo, fue séptimo en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Tras la cena me enseño los números y palabras clave en mongol para el resto del viaje como agua, pan, leche, fruta,....

El colofón a la velada lo hizo el abuelo de Saru. Cada integrante familiar después de marcar a sus caballos debe con un pedazo de grasa colocar sus dedos en las brasas donde se calientan los hierros. Acerco mis dedos al fuego y después marcó a Milana.

La hospitalidad elevada al máximo grado, quien es nómada sabe que el viajero necesita un poquito de agua para lavarse manos y cara y un vaso de te. No preguntas. Pan con mantequilla y leche seca son la base de su alimentación. La tierra es muy árida y no permite el cultivo. Beber leche de caballo, tomar café con agua hervida junto leche de oveja o comer carne seca de oveja junto a la estufa después de haber sufrido el viento o la lluvia no se puede explicar. Es algo que escapa a las letras. En varias ocasiones, mis encuentros han sido muy satisfactorios, el que más, el día que con el tronchacadenas arregle la bicicleta de un niño que aún llevaba ruedines. Fue magnífico. También he arreglado pinchazos de bicicletas oxidadas.

A estos lugares el progreso llega a oleadas, no hay móviles porque no hay cobertura pero los pastores van en moto.

Mongolia tiene lunares negros. Los residuos plásticos que abarrotan las praderas donde los nómadas han pasado un tiempo. Los envases de botellas de vodka. La obesidad infantil. Pero sobretodo el problema mayor al que se enfrenta su población es el alcoholismo. Que pasó? Qué fue la URSS? donde estuvo arruino las generaciones del pasado e hipoteco las del futuro.

Tan solo hace 48 horas que he vuelto desde Ullan Battor. Tal vez debería dejar reposar más las memorias, dejarlas enfriar y ser un poco más imparcial, pero dejaría de ser un relato de advertencia para los cicloviajeros que como yo, en solitario, se adentren en las zonas más aisladas de la geografía de Mongolia.

La vulnerabilidad del cicloturista ante ciertas situaciones. Los encuentros inesperados. Las visitantes nocturnos intoxicados de vodka.

Money, Money me dijo uno que apareció de la nada. No le vi llegar. Miraba al puente por donde debía cruzar y no me percate de que en la cuneta asomaba una cabeza. Solamente me fijaba en las tres personas que como guardianes del puente me esperaban al acceso de este. Ninguno saludo, ninguno sonrió, sus ojos brillaban como solo brillan los de quien día tras día destrozan su hígado y su vida con la ingesta de alcohol. En inglés repetían ¨money, money¨ sin cesar, uno decía 500 pero otro empezó a pedir cinco mil, tan solo son 4 euros al cambio, no es el dinero es el comportamiento. Yo no tenía cambio, casualidad, y darle un billete de diez mil y esperar el cambio seria algo muy ingenuo. Me baje de la bicicleta, con casi cincuenta kilos es difícil adoptar una posición de defensa adecuada. Me rodearon, uno toqueteaba las alforjas y cuando menos lo esperaba , mientras abría la alforja resignado a pagar y evitar males mayores, otro tiro del manillar, se venció la bicicleta cayendo al suelo, se rompió el cuentakilómetros, la bolsa MSR y un portabotellas en el forcejeo. Uno gritaba, yo más en español, les insultaba, una vez uno de ellos cogió el dinero, se calmaron y volvieron a su posición de sentado, yo me quede mirando a uno fijamente. Mi ojos fijos en los suyos. Bajó la mirada cual perro humillado. Yo pagué. Reprimí mis lagrimas de rabia e impotencia para soltarlas unos kilómetros después, cuando aún temblaba. Esos cuatro hijosdeputa no ven van a vencer. No me van hacer quedarme quieto. Tras el incidente, rápidamente me puse música, mi cerebro debía distraerse, dejar de pensar en ello y así lo hizo.

¨Abre bien los ojos David¨, me repetía a mi mismo, has viajado solo muchas veces y esto sucede, ya lo sabes, te han advertido. Tranquilo.

Este trance para mi ya esta totalmente olvidado. Quien lo lea y me pregunte no encontrara respuesta. Es pasado. El pasado, pasado esta.

Escribo esto, ni mucho menos para dotar de sensacionalismo a mi crónica ni para asustar a mi familia y amigos, sino y es lo más importante, para que cualquier otro viajero solitario que se adentre en esas tierras este prevenido. No ha sido el primero ni será el último asalto que han sufrido cicloviajeros en Mongolia. Pero quien allí vaya que este sobreaviso.

Desde entonces solo me quedaba volver a Ullan Battor y desde allí a casa. Recorrí unos 500 kilómetros resarciendo de la experiencia, visitando jerks de familias, jugando con los niños, asombrado de ver planear un águila tan solo 15 metros sobre mi cabeza, el trotar de los caballos en total libertad, los atardeceres, las noches y sus estrellas, el paso de un zorro por delante de Milana, del agua cristalina de los ríos....

En uno de esos ríos. La corriente era más fuerte de lo esperado. La profundidad también. Todo junto me jugaron una mala pasada. Afortunadamente no llevaba en la mano la cámara para grabar el paso como en otras ocasiones. Me descalcé, con las zapatillas en una mano y la bicicleta en la otra. Empujando por un río con un fondo lleno de piedras y el agua congelada. La orilla de mi lado cada vez más alejada y la orilla del otro lado dando la sensación de alejarse a cada paso. El nivel del agua seguía subiendo, cubriendo ya las alforjas delanteras por completo. Menudo fallo no pasar poco a poco, en varias tandas, todo el material. La corriente que me empieza a vencer y dudo si atravesar o volver. Lanzo las zapatillas al otro lado y coloco la bici en paralelo a la corriente. Cuento tres. Pero cuando voy por el dos, mis dedos de los pies arrancan sin avisar y cruzan el río con paso decidido. Sentado en la orilla, sudando, me repetía ¨ten cuidao, coño¨.

En otros ríos me aseaba. Mezclando agua del termo con la que fluye en el arroyo. Primero un brazo, luego el otro. Luego un pie, el otro, las rodillas y las partes pudendas. Abrigado y de rodillas la cabeza. Totalmente vestido el afeitado.

Que la carne que llega al mercado no aparece por arte de magia lo sabemos todos. Cerdos, pollos, terneras... son criados para el consumo humano. En Mongolia he visto como se sacrifica una oveja para el consumo familiar. Se aparta al animal del grupo, cogida por las patas traseras, se la derriba boca arriba con el hombre a horcajadas sobre ella, se hace una incisión con el puñal en el pecho, se introduce la mano para no se muy bien el que, y el animal como si se fuera quedando dormido muere. Después se hacen unos cortes para sacar la piel intacta para venderla. Al igual que nosotros del cerdo, ellos utilizan todo de la oveja. En esa ocasión el señor me dijo que de fotos nada. Pero sin duda alguna me resultó más impactante y de eso si que no quise sacar fotos fue ver como se sacrifica un potro con una descarga eléctrica para llevar su carne al mercado. El proceso de despiezar al animal no lo vi, me marche.

Rodar sin ruta deja abierto el camino a cualquier cosa que pueda surgir, de esa manera acabe un día con una señora recogiendo leña o pescando en el río con otro de mis anfitriones. Por lo general son bondadosos, agradables y simpáticos aunque al avanzar en bicicleta nunca sabes a que puerta llamas, por lo que a veces te encuentras en callejones sin salida. Un día rodaba con los cascos puestos y no oía las llamadas de la familia que desde más o menos doscientos metros me reclamaba para visitarlos. Les vi! Di la vuelta y me acerque. Todo iba bien, niños simpáticos y mujer agradable hasta justo después de comer. El señor abre la botella de vodka, sirve chupitos, me ofrece y declino la ofrenda, él bebe. Se repite el proceso unas cuantas veces y alrededor de las seis de la tarde, con el sol cayendo, mucho viento y sin posibilidad de avanzar por la oscuridad, me encuentro con el señor borracho perdido, inconsciente tirado bajo la mesa, la señora también con unos chupitos de más gritando a los niños, la niña descalza aseandose fuera con una tetera, el niño llorando sin cesar... me fui a dormir a la otra tienda que usaban de almacén, entre una oveja descuartizada, la piel de un zorro secando y cubos de leche recién ordeñada. A las seis de la mañana estaba en ruta.

No tenia fecha establecida de vuelta ni ruta. Como a mi me gusta. Que el viaje me guié. Me acercaba a la capital y mi contacto allí no respondía a wechat, mi móvil no tenía cobertura. Puff! Ya pensaba en seguir de paso, no parar en la ciudad que como había visto un mes antes en mi viaje de ida, y si tuviera que describirla tan solo con dos adjetivos, estos serían fea y sucia. Pensaba en atravesar la ciudad camino de la frontera china, cuando tan solo unos 20 kilómetros antes de llegar me cruzo en la calzada con dos ciclistas profesionales, uno lleva puesto el maillot de la selección de Mongolia. Les pare y pregunté. No obstante mi contacto en la capital es Oggi, seleccionador del equipo de ciclismo de Mongolia, a quien conozco desde hace un año y con quien he coincidido en la disputa de varias carreras del calendario asiático cuando trabajo para BurgosBH. Ellos me conocían, llamaron por teléfono a Oggi y me llevaron al hotel que usan como base de concentración en sus entrenamientos. Allí estaba, en Ullan Battor con la selección, no me lo podía creer, con ciclistas profesionales preparando su participación en los Juegos Asiáticos que dan comienzo en unos días en Seul. Seguía mirando alternativas para volver, mientras con ellos y en bici visitaba la ciudad, el monumento Genghis Khan,. No sabía si en tren, si en bici, solo sabía que el día 25 de septiembre era la inauguración de la exposición de Peipei en la Beijing Design Week y quería estar presente. Me quedaban unos días de espera para montarme en el tren que viene de Moscú hacia Pekín cuando el viernes a las ocho de la mañana llaman a la puerta de la habitación. Era Oggi con un billete de avión para Pekín como si yo fuera integrante de la selección, tan solo debía pagar 109 $ por la caja de la bicicleta que entre unas cosas y otras pesaba 32 kilos.

En el aeropuerto ningún tipo de inconveniente ni prisa. En el aeropuerto Genghis Khan tan solo hay tres vuelos diarios. A Irkust en Rusia, a Seul y a Pekín.

Desde Pekin a la frontera 650 kms, Hualai, Zhangjiakou y Erenhot. Poco más de mil rodados en Mongolia. Desde la capital hacia el oeste, Bayannour, Tsestlerget, Tairan y las ciudades de Mogot y Zamar de vuelta a Ullan Battor . 26 días. 1800 RMB

En esta ocasión los libros que me han acompañado han sido: Paula de Isabel Allende y La Casa Verde de Vargas Llosa.

Fin del viaje. Fin de una ruta. Tiempo de pensar en otra.

3 thoughts on “Mongolia 2014

  • septiembre 22, 2014 at 12:29 pm
    Permalink

    tienes mas huevos que el caballo espartero

  • enero 28, 2015 at 8:34 pm
    Permalink

    Me ha encantado leer tu crónica y respecto a las situaciones de peligro siempre me digo lo mismo: al que no le pasa es al que esta sentado en el sofa de su casa de por vida.

    Un saludo y en breve repetiré tu ruta, entrare por el mismo paso fronterizo peo ire hacia el Oeste para salir por la parte de Altay…

    🙂

  • enero 29, 2015 at 3:25 am
    Permalink

    Muchas gracias Manuel!!
    Espero haber servido de ayuda para la planificación de tu viaje.
    Respecto a tu comentario sobre las personas que están en el sofa, 100% de acuerdo.
    Salud y pedal

Deja un comentario